Cuando se inventaron los primeros rociadores, la idea primordial de sus creadores era disponer de un sistema de extinción de incendios que cumpliera con dos grandes objetivos:
Con el transcurrir del tiempo, los sistemas de rociadores han demostrado ser el medio más eficiente y eficaz para controlar y extinguir incendios en edificaciones, permitiendo ahorros sustanciales en pérdidas humanas y de bienes.
Para poner en contexto lo anterior, las pérdidas de bienes disminuyen en un 95% con la utilización de sistemas de rociadores.
En cuanto al control de muertes derivadas a incendios, el porcentaje puede llegar a un 99% de reducción.
La razón primordial por la cual los rociadores preservan bienes y salvan vidas es que son automáticos, y no dependen de los humanos para actuar. En el caso de uso de extintores manuales, en la presencia de un incendio, se depende del operador para controlar el incendio, que debe ser considerablemente pequeño para ser extinguido, y el usuario del extintor, capacitado en el uso para garantizar la extinción del fuego. Aun así, si el fuego aparece de noche, cuando no hay personas, los extintores no podrán actuar por cuenta propia y el fuego crecerá hasta destruir la edificación.
La siguiente razón por la cual los rociadores son el medio de protección ideal para edificaciones, es que previenen un fenómeno llamado “flashover” o combustión súbita generalizada, que es un fenómeno que se observa en incendios confinados en los cuales de forma repentina todas las superficies combustibles, que hasta ese momento no estaban implicadas en el incendio, comienzan a arder a consecuencia de la radiación proveniente de las llamas que recorren el techo (rollover) provocando que todo el volumen del recinto sea ocupado por las llamas generando una eventual explosión del recinto.
Al activarse los rociadores, mantendrán el fuego pequeño (aun cuando podrían extinguirlo) evitando el crecimiento del mismo, manteniendo al mismo tiempo la temperatura dentro del recinto donde se inició lo suficientemente baja para evitar, bien sea la aparición del fenómeno mencionado, o evitar que el incendio se propague en la estructura, evitando su colapso.
En cualquiera de los casos, esto evitará o disminuirá el daño a la propiedad y evitará muertes innecesarias. Y todo esto por una inversión que nunca supera el 3% del valor de la propiedad.
Cuando piense en protección contra incendios confiable, eficiente y eficaz, piense en los sistemas de rociadores automáticos.
Autor: José Prada